Algunos de los efectos del frío en nuestra piel es que causa vasoconstricción en los capilares de nuestra piel. Esto hace que no llegue suficiente oxígeno a nuestra dermis y, por ello, la tendencia a tener una tez apagada y seca. También se produce un envejecimiento más prematuro y se retrasa la renovación celular.
La aparición de rojeces es una de las causas que produce el frío en nuestra piel. Utilizando productos como sérums específicos podemos prevenir su aparición antes de exponernos al frío.
Las pieles que son más propensas al enrojecimiento son las más claras de tez blanca, más finas y las más secas. Al ser más finas, la microcirculación se superpone a la superficie de la piel. Los tratamientos a base de ácidos cosméticos, como es el caso del ácido glicólico, ayudarán a eliminar marcas en la piel como acné o cicatrices. Por la noche, elige una crema menos grasa para que la piel descanse y tenga un aporte extra de suavidad y no olvides usar una mascarilla al menos una vez a la semana, así como un exfoliante para reparar la piel muerta.
Mantén siempre la cara limpia con aceites, leches limpiadoras y lávala por lo menos dos veces al día utilizando limpiadores que no utilicen detergentes ni productos demasiados abrasivos.
Si tienes la piel muy sensible incluye siempre productos adaptados a ti, que no incluyan alcohol ni tampoco jabones. Si te aplicas maquillaje, trata de que contenga siempre protección solar, aunque sea poco. Parece que no, pero en invierno es más que nunca cuando debemos estar más protegidos del sol. Aunque no lo creas, en invierno te quemas y suelen salir manchas irreversibles.
Como ya hemos dicho en anteriores artículos de nuestro blog, nuestras manos y nuestros labios sufren constantemente el frío, así que intenta ponerte crema de forma constante y utiliza cremas a base de aceites y bálsamos, que la suavicen y eliminen la aparición de arrugas.